Bella ( A dos plumas )


                                                   BELLA  ( A dos Plumas )




Ya pasaron casi los quince días, me cuesta el estar sin verla ni besarla. Sigo con mi trabajo, es la única forma de quitarme ese deseo desenfrenado que le tengo. Al llegar a casa abro el portátil y me sale un aviso de entrada de un email. Dejo mi chaqueta y me siento cómodamente para abrir ese y el resto de los que entraron por la mañana. Me quedo helada cuando al abrirlo veo una dirección de hotel, número de suite y una hora, aparte de eso me pide que vaya con el vestido de gala que me regaló... qué narices vamos a hacer ese sábado noche?... bueno parte de lo que se puede hacer ya lo está sintiendo mi sexo lubricando sin parar. Pensar en ella me despierta mi lado más salvaje del deseo. Sin más demora me apresuro a contestarle al correo, preguntándole que vamos a hacer... sé que no va a soltar prenda... pero, por intentarlo...que no quede. Los tres días que faltan para el sábado se me hacen eternos, no ha habido noche, que no me haya masturbado pensado en su boca, en su lengua, en sus manos y esos dedos habilidosos. ¡¡Que peligro de mujer!!! Llega el día señalado, solo recibo un mensaje donde me recuerda que sea puntual... así que me doy una buena ducha después de depilarme entera, hidrato mi piel y me hago un pequeño recogido para ir a juego con el vestido, me enfundo en él y me pongo mis taconazos. Echo al bolso lo necesario pues al ser de mano coge poco y me dirijo a la calle, ya está el taxi que he pedido...le indico la dirección y nos ponemos en marcha. Por mi cabeza pasan ideas sin sentido y a lo loco pues no sé qué sorpresa me tiene preparada. Llegamos a la puerta del hotel y al parar el taxi un chico muy elegante viene a abrirme la puerta y me ayuda con su mano a salir del coche. Me dice que Bella me está esperando dentro... mi estómago se encoge y mis manos comienzan sudar, espero no meter la pata por los nervios, con lo patosa que me pongo en ese estado... respiro hondo cuando pasamos la puerta de entrada y voy marcando mi respiración conforme nos acercamos a la puerta del salón. Lo cruzamos entero hasta una zona VIP... la puerta está cerrada y el chico me deja allí, indicándome que no me mueva que enseguida vienen a por mí...

Sé que está de los nervios, me gusta provocar expectación en ella, jugar con su mente, provocar miles de ideas por su cabeza; en sí no saber que he preparado le pone cachonda y eso me encanta. Estoy segura que su sexo está húmedo, la veo entrar, la observo, se ha puesto el vestido tal y como le pedí, sus movimientos son lentos, medidos, casi puedo decir que es un ángel deslizándose por la estancia. Su cabello recogido deja entrever su cuello, esa nuca que me encanta besar y humedecer con mi lengua. Se detiene un momento, buscando con sus grandes ojos marrones mi presencia sé que se siente insegura, pero no porque lo sea, más bien es por mi manera de jugar, por como provoco un nudo en su estómago mientras no sabe lo que va a pasar. Es hora de salir, de acercarme a ella por la espalda deslizar mi mano por su nuca, retirar los mechones que le caen, acercar mi boca y que sienta mi aliento deslizarse suavemente como brisa caliente por su piel mientras mis labios resbalan por su epidermis provocando que esta se erice, y eso hago, nada más sentirme da un pequeño respingo a lo que yo respondo sujetándola por la cintura y apretando su cuerpo contra el mío; se le escapa un gemido imperceptible a la lejanía, pero que yo siento tan profundo como su deseo por mí cuando la toco. -Pequeña. Te extrañaba- Le susurro mientras sigo besando su nuca. - ¿Qué has preparado esta vez? - pregunta. -No tengas prisa, preciosa. Todo lo bueno, se hace esperar. Ahora vamos a cenar. Después... La dejo con la incógnita, giro su cuerpo, su mirada se encuentra con la mía y sé que estoy perdida. Su dulce boca, su sonrisa pícara y su manera de transmitir me provocan besar su boca, ahondar en ella con mi lengua como si su saliva calmará una sed infinita. Esa que me provoca ella...

Sentir levemente sus pasos deslizarse detrás de mí, hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo y no por miedo, sino por lo que Bella provoca en mí. Sentir el tacto de sus suaves dedos en mi nuca mientras con sutileza acerca su boca y la suave piel de sus labios hace que mi cuerpo responda. Sentir sus brazos rodeándome y apretándome contra su cuerpo hace que mi interior empiece a explotar deseándola cada vez más, sin saber qué paso va a dar. Sentir su voz estremece mi alma, solo deseo sentirla más y más. Pero me deja claro que primero es la cena... es dura y no va a soltar prenda de lo que va a acontecer después. Me gira y el cruce de miradas es inexplicable, esos ojos azules me cautivan, me atraen de tal manera que solo deseo devorar su boca ahí mismo y que nuestras lenguas se enreden sin poder soltarse. Sin poder remediarlo nos perdemos en un beso tan intenso que nuestras manos se pierden en nuestros sexos acariciándonos de tal manera que acabamos corriéndonos y ahogando nuestros gemidos entre nuestras bocas unidas. Sacamos las manos de nuestras entrepiernas y chupamos cada una sus dedos... He de decir que su sabor es muy adictivo tanto que me cuesta contenerme y no lamerme toda la mano para no dejar nada... pero me gusta provocarla, así que empiezo a lamer mi mano mirándole directamente a esos ojos claros. Mientras con una sonrisa ladina sigo lamiendo lentamente mi mago gimiendo del placer que me produce su sabor y el saber que eso le pone a mil...

Ella siempre tan impaciente, ha buscado provocar la situación, allí mismo, sin ser capaz de contener el deseo que me suscita, me he dejado llevar; pero a partir de ahora va a tener que esperar, quiero poner al límite su deseo, jugar, provocar hasta que sus súplicas sean escuchadas en el mismísimo infierno. Lamo su sabor de mis dedos y de la comisura de sus labios, me acercó a su oído… - Y ahora, vamos a cenar. Me sonríe… -¿Por Qué no pasamos de la cena?- dice mientras con sus deditos busca mi escote. Le retiro la mano de manera firme y le miro a sus grandes ojos... -No estoy de broma, Gala. Se ha acabado el juego, no rechistes más... Su sonrisa se torna apagada por un momento, me acerco a ella y le doy un leve beso en la comisura de los labios. -Haz caso preciosa, la espera merece la pena… Agarro su mano y tiro de ella hacía el salón, donde está nuestra mesa, los comensales que allí se encuentran nos observan, ella me mira extrañada, todos, hombres y mujeres visten de negro y llevan extrañas máscaras que hacen el lugar de lo más misterioso, hay poca luz, una música suave y relajante se escucha de fondo, los invitados siguen cenando, bebiendo de sus copas… A Gala le cuesta avanzar y tengo que tirar de ella, nuestra mesa está en el centro del salón, rodeados de toda la gente, que se giran a nuestro paso… Ella me mira de soslayo, sé que está inquieta, tiembla y mi trama está a punto de empezar, pero tendrá que ser muy paciente, mucho...

Ese gesto seco de parar mi mano me ha dejado un poco descolocada, pero ella es así, le gusta marcar las reglas del juego. Lo que pasa es que a mí también me gusta de vez en cuando y no sé si esta noche es la idónea para sacar a la gatita que llevo dentro. Me extrañó ver tanta gente en el salón tuve la esperanza de que íbamos a estar solas. Para más inri iban todos de negro y esas mascaras no me convencen. Menos mal que la música es relajante y amansa a la fiera que llevo dentro y pelea por salir. El mal trago para mi es ser observada nunca me habían mirad así, eso hizo que mi cuerpo temblara ya no sé si de excitación o de no saber que me tenía esta mujer preparado. Llegamos a la mesa donde había un candelabro con cinco preciosas velas rojas encendidas, la presencia de todo el contenido que rodeaba esas tenues luces estaba colocado muy elegantemente, sobre un mantel negro… todo a juego. Dos camareros nos ayudaron a acomodarnos en nuestras sillas, sin mediar palabra se fueron a lo que yo aproveché para hablar. Esta todo precioso Bella, como siempre sabes mantenerme en vilo… No me queda otra que esperar. Vuelven los chicos con varios platos en sus manos, por el aroma que me llega creo que es marisco… la noche promete y no se bien que me espera. Solo espero estar a la altura de las circunstancias, me da la sensación de que voy a probar sensaciones nuevas para mí.

La observo, me encanta ver sus grandes ojos recorrer la sala con inquietud, queriendo descubrir que es lo que va a pasar, pero sin poder hacer nada más que divagar entre posibles situaciones en su mente, ese es mi juego, esa expectación que siente en ese momento y que transmite con sus sutiles temblores, que intenta que no sé noten pero que yo adivino solo observando sus movimientos e imperceptibles tics para el resto, pero que yo me conozco al dedillo.  
Nos traen la cena, está todo organizado de manera que ella no pida nada, el servicio se encargará de todo, el vino, la preparación; todo pensado. Como las imágenes que va a ir viviendo a lo largo de la cena, sin que pueda más que observar y sentir. 
El primer plato está pensado para explotar en el paladar, deleitarse con la exquisita mezcla de sabores del mar, con la profundidad y la fuerza de una salsa de marcado carácter que acompañada de un vino servido frío le aportará un matiz exquisito y embriagante al mismo. Pero lo que ella no espera es como va a ser servido y como lo va a tener que comer. Ya han dejado los platos sobre la mesa, hago un leve movimiento de cabeza que da la señal, el espectáculo va a empezar; las luces se apagan, solo las llamas de todas las velas alumbran la estancia. Suena Crazy in Love, y dos mujeres de al lado se levantan siguiendo el ritmo de la música, Gala callada busca mi mano le hago una señal de calma y de que se esté quieta, las mujeres se retiran sus vestidos de fiesta y se quedan en ropa interior se acercan la una a la otra y empiezan a besarse y a tocarse mientras los demás siguen cenando y observando la escena, sus máscaras y lencería sensual provocan. Observa callada como se acercan hasta nosotras, las dos mujeres me rodean, ella no quita ojo de encima mientras con sus manos empiezan a tocar mi cuerpo, las beso sin dejar de mirar a Gala que no se ha movido ni un ápice de su asiento. Me levanto para dirigirme hacia ella, ha llegado la hora de cenar...
Cuando estoy a su lado, una de las mujeres me ofrece un plato cubierto con un pañuelo negro. Lo levanto delante de sus ojos, para que vea lo que es, está apunto de decir algo, pero le cubro los labios con un profundo beso que le hace estremecer.
—Te voy a inmovilizar para cenar—  Sé que no entiende nada, pero me ha prometido que se dejará llevar y sé por su manera de besar que esta excitada. 
Le pongo las esposas con los brazos hacia atrás y la ato a la silla, de manera que esté cómoda, puedo ver como la saliva desciende por su garganta, le acaricio levemente la tráquea y ejerzo una pequeña presión en su cuello cuando le vuelvo a besar, respirando solo de mí. 
—Ahora los ojos— Asiente 
Cuando esta lista me siento cerca de ella que note mi presencia y vuelvo dar la señal, las dos mujeres se acercan a la mesa y cogen los cubiertos de Gala, destapan su plato, es hora de que la alimenten...

Sentir sus labios me provoca más excitación… mucho más después de haber visto a esas dos mujeres moverse sensualmente y sobarse delante de todos, son una mezcla de sensaciones que aumentan mis ganas y controlarlas cada vez me cuesta más… lo que me faltaba era ver como besaban a Bella y sus azules ojos clavados en mí. No me queda otra que asentir y seguir el juego, sabía que esta noche ella tenía algo especial para mí y ese algo sé que iba a ser impresionante para todos mis sentidos y experiencias vividas hasta ahora.
Notar las esposas y la inmovilidad que ejercen sobre mis brazos está causando un ligero mareo en mi cabeza, cierro mis ojos y me dejo llevar por la suavidad de sus manos y de sus labios. Me tapa los ojos y ahí comienza la fiesta. Noto rondar a las dos mujeres a mi lado, puedo escuchar como comienzan a preparar el contenido que desconozco que es, y venía en el plato. El primer roce es en mi mejilla, una de ellas me acaricia con la lengua cerca de mis labios hasta que los abro y una sensación fría se posa en mi lengua Eso es, mastica Gala La voz de Bella me acompaña y eso me hace sentirme segura. Por la textura  y su movimiento en mi boca es una ostra. Mastico suavemente y saco todo el sabor que esa exquisitez desprende, en mi boca comienza una explosión de sabores, pues seguidamente introducen como una salsa acompañada parece ser de algún otro marisco, que no llego a deducir cual es. Cuando ya he tragado todo, siento el tacto inconfundible de Bella que con su boca me da de beber un exquisito vino. Mi sexo no para de lubricar siento el murmullo del resto de los comensales que se encuentran en la sala, y eso hace que mi cuerpo tenga un ligero tembleque por los nervios, de no poder ver que está pasando. Bella al notarlo  mete su mano en mi sexo y comienza a acariciarlo, mientras ellas no paran de darme de comer. Una de ellas después de darme un poco de vino me da con su boca un trozo de comida saboreando las dos el bocado, a todo esto Bella no ha parado de masturbarme, mis sentidos están todos a flor de piel  quiero correrme, pero me deja claro que aún no — ¡Shiii! Aún no pequeña, debes aguantarlo un poco más mis gemidos iban en aumento, y las tres no paraban de hacer con mi cuerpo maravillas para los sentidos…


No dejo que se corra, no es el momento, me mira con esa carita suya de no romper un plato. —La paciencia es una virtud, preciosa— Su cara es un poema, sé lo nerviosa que le pone que no deje que su orgasmo acabe, pero así lo disfrutará más cuando llegue el momento de entregar su placer. Con un gesto casi imperceptible ordeno que se retiren a las chicas, el postre será el plato fuerte y estoy deseando ver su cara y sé que lo disfrutará como nunca, su piel, su mente toda ella está sensibilizada. Seguimos la cena de manera normal, con una conversación amena y distendida pues quiero apartar su mente de lo que pueda suceder, ella sabe cómo juego pero eso no implica que no sepa cómo conseguir que se evada lo suficiente para dejar de pensar en la situación, devolviéndola a una cena normal aunque su inconsciente este activo y preparado para volver a disfrutar de las sensaciones. Han pasado ya veinte minutos y he conseguido que Gala, se centre en mi conversación, deje de observar a su alrededor y vuelva hablar de cosas banales como el trabajo o los zapatos que le gustan de la tienda de al lado de casa, ahora está de nuevo preparada para sentir, para profundizar en su mente y envolver su piel de nuevo de placer. Todo está preparado a su espalda, sin ella saberlo, la mesa donde va a descansar su cuerpo desnudo en medio de la sala ha sido cubierta por una tela de raso roja, un pequeño cojín negro para que apoye su cabeza y al lado los postres que van a ser extendidos por su piel y devorados por todos los comensales de la sala, provocando en ella el placer que deseo. Me acercan de nuevo, la tela que usaré para cubrir sus ojos, ella me observa y ya siento un leve temblor apoderándose de su pequeño cuerpo. —¿ Y ahora qué, Bella?— Me levanto en cuanto me hace la pregunta, me acerco a ella, deslizo suavemente mi lengua por su cuello y dejando reposar mi boca junto a su oído, le susurro: —Ahora simplemente, te voy a cubrir los ojos, te desnudaran y dejaran tu cuerpo reposar sobre una mesa que he preparado para ti. Tú harás caso, te dejaras llevar por lo que vas a sentir y todo fluirá en ti. Gala se tensa, sé que la expectación le invade, la sostengo mientras las dos chicas de antes la empiezan a desnudar sin dejar que se gire, cuando su cuerpo está a la vista de todos sus mejillas se sonrojan, le sonrío sé que eso le aporta la tranquilidad que necesita, ella se fía de mí, me he ganado su confianza con el tiempo y sabe que nunca haré nada que le haga daño o le haga sentir incomoda. —Ahora preciosa, te voy a poner la venda. Si en algún momento no puedes con ello, conoces tu palabra de seguridad, estaré a tu lado siempre, me oirás, me sentirás. Deja que tu cuerpo fluya, que tu mente se libere— Asiente, simplemente. Sabe que ha llegado el momento. La dirigimos a la mesa, sus temblores son cada vez más perceptibles, pero estoy a su lado siempre, mi voz la tranquiliza y mis manos no dejan el contacto con su piel, sé que necesita sentir mi tacto. La tumbo, le digo al oído que va a empezar a sentir frío y calor sobre su cuerpo, según el postre que le vayan poniendo sobre la piel, asiente sin soltar mi mano. Noto como su cuerpo empieza a reaccionar a las texturas, como contiene sus escalofríos, poco a poco los comensales se van acercando a la mesa. Cuando está lista… —¿Preparada?— su sonrisa me confirma que si lo está. —Señoras, Señores el postre está listo— Digo en voz alta.






Sé que en la cabeza de Bella siempre fluyen ideas a veces difíciles de encajar para mi vergüenza pero sabe relajar mi mente y esta noche la está abriendo más de lo que yo podía esperar. El poder seguir la cena con normalidad me hace sentirme más relajada y distendida, pero sin olvidar que sé que algo lleva escondido en la manga, sus finales de noche suelen ser apoteósicos. Escuchaba mucho ruido a mi espalda y un trasiego de gente poco común para la tranquilidad que se respiraba al llegar aquí. Cuando terminamos el segundo plato entre besos y risas, se acercaron otra vez las dos chicas de antes y mi piel se erizó y más cuando Bella se levanta y coge de nuevo el pañuelo que le habían traído y el que había utilizado antes conmigo. Sentir como me desnudan ya es otro reto para mí y saber que me espera una mesa donde me van a tumbar… ya ni os cuento… me explica todo lo que va a suceder en el postre, qué casualmente yo iba a ser el plato. Eso me pone tensa pues eran sensaciones desconocidas para mi cuerpo. Pero me dejo llevar de su mano como siempre, mi confianza en ella es muy fuerte. Menos mal que no dejó en ningún momento de tocarme, eso me daba cierta seguridad. Cuando ya estaba preparada y me tumbaron en la mesa y su voz comunicando que el postre ya estaba servido hizo que me tensara de nuevo. Pero conforme iba notando las texturas en mi cuerpo y todos esos labios rozar mi piel no pude más que dejarme llevar y dejar mi mente en blanco para que pudiesen entrar todas esas nuevas sensaciones. Mi sexo no paró de lubricar, el sentir ciertas bocas cerca de esa zona elevo mi excitación, consiguiendo que no parase de emitir gemidos. Bella se acercó a mi oído y susurrándome me pregunta si lo estoy aguantando bien y sí quiero seguir. Sentir el roce de sus labios en mi oreja hace que me corra, contestándole con un sí bastante audible para todos los presentes que no paran de comer. Ese no fue el único orgasmo del postre, pues Bella no duda en poner uno de sus pezones en mi boca, la cual succionaba sin compasión ese dulce montículo del pecado. Alguien se pone debajo de ella y comienza a lamerle el sexo al mismo tiempo, los gemidos de Bella hacen que ese postre no solo entre en mi mente como un huracán, sino, que la desee más. Necesito ser yo la que le coma y succione su clítoris y beberme ese dulce manjar que me vuelve loca… pero las bocas de los comensales son cada vez más hábiles a la hora de coger el alimento con tal destreza que mi cuerpo esta extasiado de placer. Sé como se siente, su piel erizada es la muestra a su disposición a todas las sensaciones que he deseado para ella, despertar cada célula de su piel, llevar el placer al límite, compartir con extraños su cuerpo, llevando yo el control, ese placer que me otorga es mío y ella lo sabe.. Cuando sus orgasmos empezaron a ser continuados, a deleitarnos con chorros de placer, mojando todo, en ese momento supe que su entrega era mi más preciado tesoro, mi Gala, mi amiga, mi amante… —Ya es hora, pequeña— me observo, su cuerpo aún temblaba entre mis brazos, agarré una pequeña bata de seda que tenía dispuesta y se la puse, los comensales siguen disfrutando entre ellos de sus cuerpos, de la lujuria, de la pasión.
La cogí de la cintura, mientras avanzamos hacia nuestra habitación, su cabeza descansaba sobre mi hombro y su aroma mezclado con sexo me embriagaba de nuevo. Acerqué mi boca a su oído; — Te quiero, pequeña— dije susurrando… Ella solo me respondió con un leve ronroneo, que alteró de nuevo mi piel… Ahora era nuestro momento….

Escribir con Bernice, es una experiencia motivadora, sensual y atrevida, como besar sus ardientes labios, o disfrutar de la vida y momentos juntas. Yo también te quiero mi pequeña Bella…

Texto escrito a medias por  Bernice Xanthe y Geraldine Lumiere

"Relato a dos plumas Kike73 y Geraldine Lumière



Me llamo Laura y trabajo para una firma de cosmética de alta gama como representante. En mis viajes diarios suelo parar siempre en el mismo hotel, situado en el centro de Madrid. Así por la mañana me quedan todas las visitas cerca, el desplazamiento es más cómodo y barato... o sea a pie.
Suelo llegar temprano al hotel pero hoy un cliente se me ha complicado y de camino he tenido que llamar para reservar habitación. La chica de recepción me ha dicho que he tenido suerte, pues acaban de anular una reserva.
Nada más llegar y recoger la llave me voy derecha a la quinta planta, que es donde se encuentra mi habitación. Salgo a la pequeña terraza a ver esas vistas nocturnas de Madrid que tanto me gustan y de paso me echo un cigarrillo, no fumo mucho pero no puedo quitarme ese vicio... bueno... ni otros.
Al darle casi la última calada apoyada en la barandilla, escucho un hombre toser a mi derecha. Con lo cotilla que soy yo, miro sin ningún pudor. Para mí sorpresa el individuo me está observando y no de ahora, sino desde hace rato. Me llama la atención sus rasgos tan marcados y tan masculinos dignos de un modelo... no puedo apartar la vista de su cara y menos de sus carnosos labios, siento como mi tanga se va mojando, estos deseos incontrolables de follar... qué mal me estoy sintiendo, así que con una sonrisa ladina me despido del extraño.
Me voy derecha a la ducha, no solo para calmar mi calentura, sino también para quitarme ese estrés de todo el día. Una vez acabo llamo a recepción para saber si aún servían cenas y al responder que sí, me visto a la velocidad de la luz. Me pongo mis vaqueros desgastados, una camiseta blanca de manga ancha y cuello de barca, mi pelo suelto y mis manoletinas... pues después de ir todo el día con tacones se agradece ir de plano.
Me dirijo al ascensor y cuando ya está la puerta a punto de cerrarse un pie la frena. Al volverse a abrir, ahí está el sexi caballero misterioso. He de decir que de cerca está buenísimo

Me llamo Javier, soy director de desarrollo de tiendas de una multinacional del sector textil. Estaba de paso por Madrid, únicamente a pasar la noche, para al día siguiente, estar en Sevilla, a primera hora. El destino quiso que llegara a este hotel, ya al que iba a ir, tenía una avería, y nos recolocaron, en este hotel en el centro de Madrid. Nada más llegar, fui a hacer el check in, le pedí a la señorita una habitación en un piso alto, me dio la 5 planta, seguidamente fui a reservar mesa para cenar, y me subí a la habitación.
Ya en la habitación, me di una ducha, y me puse cómodo, salí a la terraza a respirar un poco de aire fresco. Ya en la terraza, giré mi mirada a la izquierda y allí estaba ella, abollada fumando un pitillo, una morena de pelo rizado, que llevaba unos pantalones de pinzas negros, y una blusa blanca, que con los rayos del atardecer, dejaba ver su silueta, una silueta perfecta. Como veía que no me miraba, tosí a posta, y ella se dio la vuelta. Me quedé paralizado por su belleza, esos azules como el cielo en verano, su boca que solo decía bésame, preciosa mujer, no sabía que decir, y cuando me propuse a hablarle, ella, después de hacerme, una radiografía de arriba a abajo, con una sonrisa picarona, se metió en la habitación.
Yo, sin dejar de pensar en ella hice lo mismo, hice unas llamadas de la empresa, me dispuse bajar a cenar, con una camisa blanca y un pantalón vaquero, y mis castellanos.
Salí a la planta, y el ascensor, se estaba marchando, eche a correr, y lo pare con mi pie. Se abrió el ascensor, y allí estaba ella, como si me estuviera esperando, no podía dejar de mirarla, mi mente solo hacía que imaginarla, en ropa interior, “ ¿buenas noches, bajas?” le pregunté... y parece que la atmósfera cambio, se relajó...

Escuchar su voz al preguntarme si bajo, hace que mi cuerpo se estremezca. Es más atractivo de lo poco que he visto desde la terraza. Me pongo tan nerviosa que contesto con un escueto “sí”. Mientras bajamos hacia el comedor no nos decimos nada de palabra pero eso sí, mirarnos de arriba a abajo, es lo que no paramos de hacer y eso me está poniendo cachonda sin poderlo remediar.

Cuando se abren las puertas del ascensor me brinda el paso para salir, he de reconocer que es todo un caballero pero creo que lo ha hecho para verme el trasero... bueno, pues lo va a ver bien... empiezo a contonearme descaradamente, todo lo que mis manoletinas me permiten, porque si llevase mis tacones... se iba a enterar este lo que es contoneo.

Menos mal que me está esperando el camarero para indicarme la mesa o me siento o me parto en dos de tanto menear el trasero.

Amablemente, me aparta la silla para que tome asiento y me acomoda, seguidamente me pregunta” ¿qué va a querer cenar señorita?”... ufff!! ¡Con el hambre que llevo! pero debo controlarme que de noche no es bueno comer tanto, así que le contesto” por favor una ensalada de la casa, una lenguado a la menier y de beber un vino blanco bien fresco, si puede ser de las bodegas Hispano Suizas”.

Nada más irse el camarero me percato que ese monumento de hombre está a una mesa de mí... que nerviosa me estoy poniendo y más si sigue mirándome así de soslayo.

Comenzamos a cenar a la vez y yo con los nervios me acabo la botella solita, he de decir que voy algo chispada pero si lo analizo bien es mejor, así duermo del tirón. Cuando llega el camarero a pedirme el postre veo que ese morenazo se levanta de su mesa al mismo tiempo y viene hacia la mía, llegan los dos al mismo tiempo, no sé si mirar al camarero para pedirle o mirar a esos labios que me incitaban a comerle la boca en ese instante...

Me contestó un sí, un si un poco seco, no sé si es porque ella es así, un poco borde, o porque tuviera pocas ganas de hablarme. La verdad que mientras bajaba el ascensor no nos dirigimos la palabra, pero con la mirada nos estábamos sacando radiografías el uno al otro, no podía dejar de mirar sus ojos y sobre todo esa silueta que me atraía, me hacía despertar mis más bajos pensamientos.
Se abrieron las puertas de ascensor, y como caballero que soy, la dejé pasar, me quedé paralizado con el contoneo de sus nalgas, me entraron ganas de poner mi mano encima de ese culo firme y apretado.
Por fin en el restaurante, me senté a cenar, pero no muy lejos de ella, para poderla seguir mirando, estaba a una mesa de ella. Si quieres que te diga la verdad no me acuerdo bien que cene, creo que fue una cerveza con un bistec, estaba ensimismado con mirarla, aún recordaba el contoneo que me había regalado antes de entrar en la sala.
No veía el momento de levantarme y sentarme con ella, me atraía y mucho, hasta que llegó la hora del postre, era la hora de probar, fui con el camarero y al llegar le pedí permiso para compartir postre con ella, me presenté, y pedí lo mismo que ella, aunque no me gusta, un trozo de tarta de whisky.
Ella rompió el hielo de aquella situación un poco tensa creada por mí, y me pregunto de donde era, cuando le iba a responder, se presentó diciendo, “perdón mi nombre es Laura” su voz me encantaba, y no podía quitar mi mirada de su escote, provocado por un botón desabrochado de su blusa, por donde se asoma la silueta de un sensual seno y su sostén blanco, me estaba poniendo cardiaco, y sin pensarlo, sin parar de hablar, pero sin darme cuenta de que, dejé deslizar mi mano por debajo ver la mesa, hasta tocar su pierna...

El muy cabron sin dejar de mirarme me ha puesto su mano en mi rodilla... y no sé, si darle un guantazo o seguirle el juego y disfrutar de esta noche... creo que voy a disfrutar, si quiere jugar... vamos a jugar.

Sin dejar de mirarle, introduzco en mi boca un trozo de tarta pero lo hago lentamente, apretando levemente mis labios en la cuchara soltando un - ummm!!! Que rico.- Él acaba de ascender un poco más su mano por mí entrepierna , como llevo pantalones estoy tranquila de que no va a introducirme ningún dedo, jeje.

Me está poniendo cardíaca... para acelerar el momento, con mi dedo recojo un poco de tarta que se me ha quedado en la comisura del labio, voy a chupármelo pero no me ha dado tiempo, es él quien ha cogido con suavidad mi mano y chupa mi dedo con una destreza que va a hacer que me corra aquí mismo.

Le pido que pare o follamos encima de la mesa... sus ojos brillan con mucha intensidad tanto que ya no aguanto más... Así que he acabo llamando al camarero, el chico al acercarse se ha percatado de su mano en mi muslo, su cara es un poema. Jajaja pobre chico lo que le estamos haciendo pasar. Una vez que ha apuntado la cena en mi cuenta de habitación, nos vamos derechos al ascensor.

Tenemos tantas ganas que nos comemos las bocas sin miramientos. Mis dedos ya han comenzado a desabrocharle la camisa, justo es ese momento se para el ascensor y se abren las puertas... menos mal que no hay nadie... está  loco me coge en brazos sin dejar de besarme y me lleva a su cuarto... creo que esta noche promete...

Una vez puesta la mano en rodilla, había dos opciones, una ganarme un bofetón, e irme a la cama calentito, y la otra irme a la cama calentito, pero con ella. Parece que va a ser lo segundo.

No podía dejar de mirarla, mientras con mi mano iba avanzando hacia su sexo, ella se metió un trozo de tarta en la boca, de una manera sugerente, jugando con la cuchara entre sus labios, y exclamando un “ummmmm”, que a mí
Me puso el corazón a cien, y mis manos comenzaron a sudar.

No dejo de mirarla, me tiene hipnotizado con esos ojos, y lo receptiva que está. Recogió entre sus dedos un trozo de tarta de sus labios, y antes de que hiciera nada, cogí su mano e introduje su dedo en mi boca, sacándolo lentamente, ella se mordió el labio inferior, y se le aceleró la respiración, sintiendo el calor de mi boca en todo su ser.

Me dice que pare o lo hacemos encima de la mesa, me tiene encendido, llama seguido al camarero, el pobre hombre no podía quitar la vista de mi mano, la que tengo encima de su muslo. Sin más nos vamos del restaurante.

Camino del ascensor nos íbamos comiendo las bocas con un furor tal, que saltaban chispas de nuestros labios, me había desabrochado la camisa aún sin estar en el ascensor. Ya en la planta, la cojo en brazos y besándonos la meto en mi habitación.

Ya dentro, la dejo de pie en el suelo, me quita la camisa, y yo le arranco su blusa...

Nada más entrar en la habitación cierra la puerta con el pie y me deja en el suelo, no puedo más que continuar lo que estaba haciendo en el ascensor, así que le he quitado del todo la camisa y voy besando poco a poco todo su torso hasta que llego a su cinturón. Lo desabrocho sin dejar de mirarlo, en apenas segundos ya tiene toda la ropa en sus pies.
¡Joder! Está bien dotado… y eso, me encanta. Le sujeto el miembro por el tronco para levantarlo un poco más y así puedo comenzar a lamerle desde los huevos hacía arriba. Está siendo un placer chuparle la poya, tanto que he decidido tumbarle en la cama y así lo hago de un solo empujón se ha quedado boca arriba, como yo quiero. Me gusta cómo me mira entre extrañado por mi descaro y el placer que le estoy dando.
Vuelvo a la carga con su poya, pero ahora se la chupo con más ímpetu, mi deseo y el de él está yendo en aumento. No puedo más y paro de golpe, nunca me quito los pantalones tan rápido pero antes de que pueda pestañear ya estoy de nuevo encima de él, introduzco su poya en mi coño y comienzo a cabalgarle, succionando su miembro con mis paredes vaginales en cada movimiento, ese esfuerzo hace que apoye mis manos en su pecho, con la consecuencia de que nuestros ojos se acaban de cruzar y saltan chispas. Me agarra del pelo y me tira hacía él comiéndome la boca y sin parar de bombearme desde su posición acompasando nuestros movimientos. Eso hace que no tardemos en corrernos.
Acabamos acelerados y tumbados uno al lado del otro. Sigo excitada y no sé porque, pues acabo de correrme. Estoy intentando relajarme pero no puedo, así que miro el reloj y me animo a probar a ver si responde otra vez este adonis. Vuelvo a la carga lamiendo su miembro de nuevo y me quedo asombrada pero feliz pues responde rápidamente. Pero esta vez él me ha cogido la delantera y me acaba de poner a cuatro patas. Me abre bien las piernas y comienza a chupar mi sexo, no puedo parar de gemir, mi cuerpo está muy, muy excitado. Se ha dado cuenta y me la mete sin compasión embistiendo con ganas y agarrándome bien de las caderas. El roce de su poya dentro de mí hace que me corra rápido. No he dejado de temblar de la corrida y me la ha sacado toda empapada, jugando con su glande en mi ano, ha humedecido la entrada y la mete hasta el fondo, me embiste suave sin llegar a sacarla del todo mientras sus dedos despiertan otro orgasmo en mi clítoris, después de ese es cuando comienza a bombearme bien fuerte por detrás reventado de placer, dejándose caer suavemente en mi espalada y comiéndome a besos la nuca me dice —Gracias Laura por todo este placer que hacía mucho que no sentía con nadie. — y yo le conteste. — Gracias también a ti Javier, pues nos ha pasado lo mismo. Nos quedamos dormidos, no sé ni qué hora es pero me levanto despacio y cojo mi ropa para volver a mi cuarto, creo que es mejor no despertar a esta adonis del sexo.

Me quita la camisa y me va besando todo mi pecho, bajando hasta el ombligo, me estoy empalmando poco a poco. Llega a mi pantalón, y mirándome a la cara, cosa que me pone frenético, me baja la ropa.
Y sin pensarlo, me agarra y me lame mi falo, desde mis huevos hasta la punta de mi capullo, me la chupa suavemente, notando como va engordando en su boca y, de un empujón, me tumba en la cama, me dejo hacer, me está encantando como me chupa la poya, vuelve a tomarla ahora con más fuerza e ímpetu. De repente para, y cuando quiero ver, me está cabalgando, con movimientos acompasados, apretando mi falo con su coño, para sentirla más aún, le agarro del pelo para comerme sus labios, besarla hasta quedarnos casi sin respiración, siguiendo con la cabalgada, moviéndonos los dos como uno solo, y llegando a corrernos juntos, woooo maravilloso. Acabamos extasiados tumbados uno al lado del otro. Sin casi respiro y ni cruzar palabra, vuelve a meterse mi poya en su boca, y vuelve a ponerme mi miembro erecto, jamás he conocido mujer igual. La jalo y la pongo a cuatro, abro sus piernas y la como su coño separando los labios con mi lengua, para jugar con su clítoris, no deja de gemir y moverse de placer, esto me excita aún más, y la ensarto mi poya en su vulva y agarrándola de las caderas, la follo fuerte, hasta notar como se corre, como gime de placer al correrse. Paro de repente, y saco mi falo empapado, y lo presento en su ano, y la enculo suave poco a poco hasta el fondo, hasta que mis huevos dan en su entrepierna, mientras con mis dedos juego en el interior de su coño, haciéndola correr otra vez, y yo desbordando mi leche en su culo, me tumbo despacio encima de la espalda de ella, mezclando nuestros sudores, besándole la nuca y susurrándole “gracias Laura por todo este placer que hacía mucho que no sentía con nadie”, y ella me contestó “ gracias a ti Javier” nos quedamos dormidos, ella encima de mi pecho.

Cuando desperté, no estaba a mi lado, me levante, me puse una toalla en la cintura para tapar mis partes, y fui a buscarla, llame a su habitación, y me abrió la puerta, preparada para darse una ducha

Estaba a punto de meterme en la ducha, cuando escucho unos golpes en la puerta, me lio la toalla y voy a ver quién es. ¡No puede ser!... es Javier tan solo con la toalla. Verle así me pone de nuevo a cien y lo único que se me ocurre es cogerle del brazo y meterlo a mi habitación. En cuanto cierro la puerta, lo empujo contra ella y comienzo a comerle la boca, no sé qué narices tiene este hombre que saca la parte sexual más agresiva que tengo. Me hace perder los papeles. De un solo movimiento le quito la toalla y le cojo su miembro que ya está empalmado, lo acaricio y meneo. Me quito mi toalla y de un solo salto me cojo a su cintura agarrándome el por el trasero introduzco su poya en mi coño y comenzamos a follarnos mutuamente…

Me enganchó del brazo y me metió en su habitación, allí contra la misma puerta nos comíamos los labios jugando con nuestras lenguas, estaba más excitado que la noche anterior, nos quitamos las toallas, la empecé a acariciar y tocar sus pechos, mientras ella me cogió de mi falo y sé lo introdujo en su sexo, follamos los dos juntos. La jale y la aupé, se agarró fuerte de mi cuello y con sus piernas se enganchó de mi cintura, seguíamos follando, mientras la llevaba a la ducha, ya dentro la puse mirando a la pared, estaba con las manos en alto y las piernas abiertas esperando a que la poseyera de nuevo, el agua le corría por el cuerpo, woooo como me estaba poniendo. Introduje mi poya por su ano y la folle, mientras con una mano la masturbo para que se corra en mis dedos, con la otra acaricio sus pecho y sus pezones duros como piedras, gira su cuello y entre gemidos me come la boca, me muerde el labio. Retuerce su cuerpo y se corre en mi mano, al mismo tiempo estallo mi leche caliente en su culo estrecho. Woooo ha sido fantástico, nos miramos, besamos, acariciamos y nos duchamos juntos. Le digo — eres fantástica Laura, jamás he tenido una mujer como tú entre mis brazos — ella me dice que le pasa lo mismo conmigo y me da un beso con lengua. Será el último, me despido — espero volver a verte y repetir lo vivido— Tengo que llegar a Sevilla a primera hora y no llego. Corro a mi habitación a vestirme y marchar de viaje, ha sido un acierto de noche y de hotel en Madrid.
He de reconocer que como ese hombre me ha hecho sentir, nunca lo había sentido con ningún otro. Su despedida fue alucinante y me quedará grabada a fuego. Lo difícil será volver a coincidir pues no nos dimos nuestros respectivos números de teléfono. Pero ha valido la pena conocerle y haberme soltado la melena por una vez con un desconocido.

"Bella la ardiente"



                                                                   “Bella la ardiente”


« Bella vivía en una de las pequeñas aldeas que rodeaban el castillo del Señor. Se le conocía por los innumerables amantes que había tenido por no decir un número, todo el pueblo ya fuesen casados o solteros.

  Ninguno conseguía satisfacer sus deseos y ganas. Harta de no encontrar al hombre que le pusiera los ojos al revés de gusto optó por hacerlo ella misma, claro está mientras esperaba el milagro de que llegase algún forastero y poder catarlo.
 
  Ni corta ni perezosa se fue a la cabaña del “búho tuerto” pues allí podías conseguir cualquier articulo para gozar a solas, todos ellos hechos con materiales del bosque. Entró en la cabaña y al tuerto se le salían los ojos de ver un cuerpo tan perfecto el cual ya había probado como todos los aldeanos y las imágenes de aquel día no solo se agolpaban en su cabeza si no también en su verga. Con el bulto bastante visible en su pantalón se acercó a ella para ver qué es lo que deseaba. Él ingenuo pensó que iba a follárselo allí mismo pero se quedó con las ganas.

 Bella le explicó lo que necesitaba, él asombrado por tal petición le dijo que esperase que se lo fabricaba en ese momento. Salió a donde tenía los materiales y entró con una rama de tamaño considerable, cogió las herramientas y se dispuso a ello. En un momento hizo lo que iba a ser el consolador que introdujera en su coño, como era de suponer la parte más gruesa y larga. Luego de la misma rama sacó otro del mismo grosor pero más córto. Le había pedido un consolador doble. Lo hizo de  madera de brezo, lo pulió muy bien y lo untó con grasa de la cual le regaló un tarro para que lo embadurnara cada vez que fuese a usarlo.

  Bella salió de la cabaña bastante más feliz y ansiosa porque llegase la noche para probarlo. Cenó con sus padres y subió a su alcoba, como cada noche abrió la ventana apagó las velas y a la luz de la luna comenzó a tocarse no hizo falta mucho para ello pues entre su fogosidad y las ganas de probar el “aparito” la excitación era máxima. Sus padres ya sabían de su problema — para ellos era un problema pues no entendían de donde había sacado esa fogosidad.— y asumían que Bella hiciese todas las noches lo mismo. Preferían tenerla en casa a que se fuera a buscar las vergas fuera de la aldea.

  Esa noche sus gemidos fueron más sonoros y excitadores de echo la mitad de los hombres se la estaban cascando y las mujeres… que decir… que cada noche en aquella aldea follaba todo dios. Esa noche el Señor del castillo no podía conciliar el sueño, bueno como casi todas por su mal carácter conocido muy bien por todos sus aldeanos. El aire le traía el sonido de unos gemidos cosa que le llamó la atención, se arrimó al ventanal  aún así parecía lejano y sin más demora salió a la gran terraza puso más atención y pudo percibir ese olor a sexo, eso le empalmo de tal manera que su cuerpo empezó a sufrir una transformación en un animal que no se sabría atinar a decir cuál era más bien era una mezcla de todo, así que mejor llamarle Bestia. Sin más dilación comenzó a masturbarse, ese sonido y ese olor le sacaba una parte de él que no llegaba a controlar aún.

  Así pasaron muchas noches pues Bella le cogió gusto al “ aparatito” y no paraba en toda la noche hasta quedar exhausta. Todos los habitantes del pueblo habían perdido quilos y no me extrañaba pues todas las noches había mandanga y de la buena. Bella una noche decidió después de darse un homenaje salir al bosque y pasear, bueno pasear era la excusa, más bien buscaba algún hombre perdido pues necesitaba el calor de un cuerpo y que la manejasen bien. Tras estar andando dos horas se percató que había llegado a la altura de las rejas que separaban el castillo de las aldeas, se asomó a ellas quería ver que se escondía detrás de aquellos muros y si era cierto lo que la gente rumoreaba. El Señor estaba asomado a uno se los ventanales cuando de repente le vino el olor a esa hembra que escuchaba todas las noches pero esta vez el olor era más intenso eso quería decir que estaba cerca. Solo de pensarlo su transformación fue inmediata con la excitación, su verga necesitaba follársela en ese mismo momento, saltó desde el ventanal al jardín y siguió el camino que ese aroma embriagador le indicaba.

   Se paró detrás de un arbusto inmenso y pudo observar a la susodicha, ver su cuerpo le puso más Bestia si cabe, no quería asustarla así que espero un poco más hasta que vio que ella se daba la vuelta para irse y sin más dilación saltó el muro y se cruzó en su camino, era ahora o nunca. Pensaba que iba a gritar y salir corriendo pero para su sorpresa no fue así, se quedó mirándole con cara de extrañada pero no asustada, le fue observando de arriba abajo hasta que vio ese miembro escandalosamente sabroso y enorme colgar entre sus piernas. Su sexo se empapó en segundos y sin pensarlo se lanzó de golpe para meterlo en su boca y acariciarlo quería salir de dudas de si era un sueño por sus ganas locas o real. Bestia no pudo ni reaccionar, sentir esas diminutas y finas manos en su verga le extasiaba pero cuando sintió los labios y la boca no pudo más. La levantó de golpe y la puso a cuatro patas metiéndosela de golpe a lo que bella gemía como una posesa del gusto que estaba sintiendo.

  Se la tiró de varias posturas hasta quedarse los dos exhaustos. Una vez recobrado el aliento la invitó a entrar a su castillo por el camino Bestia le preguntaba por sus necesidades sexuales a lo que Bella le expuso todos sin dejarse nada en el tintero. Una vez dentro él la llevó a su mazmorra donde a ella se le abrieron los ojos ante tantos artilugios que no sabía para que eran pero Bestia no dudó en explicarle y decirle que es lo que iban a hacer a partir de ese momento. Las noches y días de Bella cambiaron, también los de Bestia. Ella pudo comprobar lo galante, guapo y cuerpazo que tenía de humano. Solo salió del Castillo para despedirse de sus padres pues había encontrado al hombre-Bestia que le complementaba desde ese momento comenzaron su relación de D/s para el resto de sus días donde no solo iba a follar como loca sino que iba a descubrir un mundo que le fascinaría.

©Geraldine Lumière

Geraldine Lumière

Bella ( A dos plumas )

                                                   BELLA  ( A dos Plumas ) Ya pasaron casi los quince días, me cuesta el estar sin ...