“MI ÁNGEL CAÍDO”
En las
puertas del infierno siempre te espero arodillada, espalda recta, piernas
separadas con las manos posadas y las
palmas hacia arriba. Con mi mirada hacia el suelo mostrando mi entrega y respeto hacia Usted Mi Ángel Caído.
Deseando
escuchar el ruido de la puerta abrirse y esos pasos que se acercan a mí dándole
la vuelta a mi cuerpo para apreciar su tesoro. Notar el tacto de esas fuertes
manos acariciando mi pelo para llegar a mi barbilla y levantar mi cabeza
buscando la mirada para ver en mis ojos ese deseo loco y esa suplica de que me
haga suya.
Notar
como piel se eriza al tacto de sus manos colocándome el collar y la cadena. Esa voz diciéndome “ven” desplazándome de su mano hasta esa argolla donde tiene
preparadas las cadenas para atar a ellas mis muñequeras. Siento ese tirón de
sujeción y mi cuerpo se acelera imaginando su mirada de deseo pues aún no me
deja mirarle. Una vez
sujeta me abre más la piernas, se lo que toca por mi comportamiento de la última
vez...
- Mi
pequeña, ya sabes lo que va ahora ¿Verdad?
- Si Mi
Señor.
- Voy a
azotarte con la fusta y contarás cada azote que te de, ya sabes porque es este
castigo.
- Si Mi
Señor.
- Pues
vamos a ello… cuenta mi pequeña.
Así hubo
diez azotes de fusta repartidos en mis dos nalgas… sintiendo calor, escozor y al
mismo tiempo mi sexo se mojaba por la excitación y de saber que luego sus besos y caricias iban
a ser extasiantes y dulces, calmando la zona castigada y el resto de mi
cuerpo. Una vez
hubo acabado puso su mano en mi sexo comprobando mi respuesta a tal
castigo… le gustó.
- Me encanta como responde tu cuerpo mi pequeña, siempre y eso
me vuelve me encanta, cada vez más ganas por poseerte y dominarte. Metió sus dedos en
mi interior y los movió circularmente buscando dentro de mi ese punto que tanto
me hacia gemir de placer. Lo estuvo
estimulando y cuando ya me tenía como él deseaba me separo más la piernas y
dejo caer un poco más las cadenas para
ponerme en ángulo de noventa grados, las sujeto bien y se puso otra vez detrás
de mí. Escuché el ruido de su bragueta al abrirla y como caía el pantalón al
suelo. Mi cuerpo temblaba de tanto deseo. Volvió a meter sus dedos y hacer lo
mismo. Una vez me tuvo de nuevo como deseaba metió su verga en mi sexo agarrándome de las caderas y embistiendo con fuerza. El roce de su cuerpo en
mis nalgas en cada embestida hacia que mis piernas temblaran. Siguió embistiendo, yo quería y necesitaba irme, mi cuerpo ya no aguantaba más tanta excitación. Por
dentro de mí corría un calor que me abrasaba llegando hasta mi vientre y
pidiendo salir. El notó
tensionare mi cuerpo más fuerte a lo que me dijo entre gemidos.
- Ahora mi
pequeña, quiero que te corras para mí.
Me dejé ir, convulsionado mi interior, mis paredes vaginales abrazaban su sexo con fuerza consiguiendo que me apretara contra Él más fuerte, cuando mi cuerpo aún no se había recuperado sacó su verga y puso la punta en mi ano introduciendola poco a poco pese a las ganas que le mataban. Una vez la tuvo dentro, la movió varias veces suaves hasta que me volvió a agarrar bien las caderas y sus embestidas fueron en aumento sodomizándome como nunca antes lo había hecho. Mi cuerpo temblaba y volvía a excitarme al sentir su miembro llenar por completo mi interior.
Fue bajando el ritmo hasta inclinarse un poco y con sus dedos tocar mi clítoris mientras no paraba de mover su verga dentro de mi ana, consiguiendo que me fuera de nuevo. Una vez lo consiguió, empezó otra vez con sus embestidas fuertes hasta derramarse entero dentro de mí, repitiendo mi nombre en cada expulsión de su esencia. Me desató, me cogió en brazos y me llevo a la ducha. Me duchó con mucho mimo y cuidado por la zona castigada. Me tuvo abrazada a El llenándome de besos y caricias acompañadas de palabras dulce llenas de sentimiento profesándome su amor. Fue el mejor bálsamo que me pudo ofrecer pues Él sabía que mi entrega siempre sería absoluta. Confío en El, en sus manos, en sus deseos y su corazón.
Me dejé ir, convulsionado mi interior, mis paredes vaginales abrazaban su sexo con fuerza consiguiendo que me apretara contra Él más fuerte, cuando mi cuerpo aún no se había recuperado sacó su verga y puso la punta en mi ano introduciendola poco a poco pese a las ganas que le mataban. Una vez la tuvo dentro, la movió varias veces suaves hasta que me volvió a agarrar bien las caderas y sus embestidas fueron en aumento sodomizándome como nunca antes lo había hecho. Mi cuerpo temblaba y volvía a excitarme al sentir su miembro llenar por completo mi interior.
Fue bajando el ritmo hasta inclinarse un poco y con sus dedos tocar mi clítoris mientras no paraba de mover su verga dentro de mi ana, consiguiendo que me fuera de nuevo. Una vez lo consiguió, empezó otra vez con sus embestidas fuertes hasta derramarse entero dentro de mí, repitiendo mi nombre en cada expulsión de su esencia. Me desató, me cogió en brazos y me llevo a la ducha. Me duchó con mucho mimo y cuidado por la zona castigada. Me tuvo abrazada a El llenándome de besos y caricias acompañadas de palabras dulce llenas de sentimiento profesándome su amor. Fue el mejor bálsamo que me pudo ofrecer pues Él sabía que mi entrega siempre sería absoluta. Confío en El, en sus manos, en sus deseos y su corazón.
Es Mi
Ángel Caído… Mi Señor
©Geraldine Lumière
precioso relato
ResponderEliminarGracias!!!!
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