“DESCUBRIENDO SENSACIONES”
María nunca pudo imaginar el regalo que la vida le tenía
reservado.
Era una mujer madura y casada. Su matrimonio hacía ya años
que era esa rutina de cariño y amor, pero con falta de pasión. La cual sin
darse apenas cuenta su cuerpo lo ansiaba. Sentía cosas pero nunca las
relacionaba con esa necesidad de sentir nuevamente.
Todos los días tenía su rutina, madrugaba, recogía su casa y
se iba a trabajar. De camino siempre pasaba por la misma calle, donde se
encontraba una librería un tanto peculiar, se le iba la mirada hacía el
escaparate, donde había expuestas laminas con dibujos eróticos, acompañadas por
libros de ese mismo género. A veces se quedaba parada unos minutos
observándolas y sintiendo sensaciones en
su cuerpo hasta ahora desconocidas, por la intensidad de placer que le
proporcionaba el tan solo mirarlas y verse ella como protagonista. Pero
enseguida seguía andando, convenciéndose a ella misma que eso era imposible y
menos ya a su edad.
Un buen día se armó de valor y entro en la tienda. La
regentaba un caballero de unos cincuenta y tantos años, muy atractivo, eso aún
llamo más la atención de María que
aparte de que ese varón le pusiese nerviosa, encima le excitaba. El hombre le atendió muy amablemente y con tacto al ver su
nerviosismo.
-¡Buenas tardes! ¿En qué puedo ayudarla?
-¡Buenas tardes!, bueno, solo estaba mirando un poco todo lo
que usted tiene en la tienda, me llama mucho la atención. Pero de momento no
quiero nada, gracias.
-De acuerdo, si se decidiese por algo solo tiene que llamarme,
por cierto me llamo Jordi.
-De nuevo muchas gracias.
Así que siguió con la visita por todo el local, no se dejaba
nada por ver y con detenimiento, no quería perder ningún detalle. Casi acabando
su pequeño recorrido, algo llamó su atención, era un libro pequeño de relatos
eróticos cortos, la tapa fue lo que más le atrajo en ese momento, pero al
tenerlo en sus manos y abrirlo sucedió algo, no pudo apenas terminar el primer
relato ya que tuvo que parar, su sexo se estaba mojando y le palpitaba de una
forma que nunca antes había experimentado. Eso hizo que se decidiera a
comprarlo.
-¡Hola! ¿Jordi?
-¡Sí! dígame. ¡Ah!, veo que se ha decidido por un libro.
-¡Sí! -Contesto algo atorada por la situación y elección del
libro en concreto ya que su portada era tremendamente excitante.
-La felicito, muy
buena elección ¿Me permite?
-¡Oh! si por supuesto, tenga. ¿Cuánto es?
-Catorce euros y aparte le doy un cheque descuento para su
próxima compra aquí.
-¡Muchísimas gracias! - María estaba tan nerviosa que no veía
el momento de poder salir del alcance de esos ojos claros que la enturbiaban.
-Perdón ¿Se llama? es para rellenar y personalizar el
cheque descuento.
-¡Ah!, me llamo María
-De acuerdo, aquí tiene y encantado de conocerla.
-Gracias, igualmente.
Salió como si le faltase el aire y en verdad así era. Cuando
ya estaba fuera y dio unos cuantos pasos que la alejaron de la tienda, pudo
pararse a recuperar el aliento.
Llego a su casa y escondió el libro en el cajón de su ropa
interior en el fondo, no quería que su marido llegase a verlo, era su pequeño
secreto. Estas nuevas y pequeñas experiencias le darían el valor y la fuerza
suficiente para cumplir uno de los sueños que vagaban por su mente, sentir de
nuevo.
Fueron pasando los meses y tras ese libro compro otros más
e incluso una lámina. A través de esas compras fue forjándose una pequeña
amistad con mucha complicidad entre ellos dos. Hasta que llego el día que él
deseaba y ella también. Aunque no se atrevía a admitirlo, seguía pensando que
era muy mayor para esas experiencias. Ese día en concreto fue como siempre a
la tienda por la tarde y Jordi ya tenía todo planeado.
-¡Buenas tardes Jordi!, ya estoy aquí de nuevo a ver que
elijo hoy.
-¡Hola María!, buenas tardes ¿Puedes acercarte un momento
al mostrador? quisiera darte algo.
-¿A mí? ¿Y eso? - Así, que se acercó con las manos sudorosas
por los nervios ya que le gustaba mucho.
-Sí, para ti - Pudo observar sus mejillas sonrosadas, eso y
ese aire ingenuo le encantaba y le excitaba mucho.
-Bueno, ya estoy aquí, tú dirás.
-Verás, llevo tiempo barajando el que nos demos una
oportunidad de conocernos mejor, siempre que tú quieras. Sé que estas casada y
yo también pero después de nuestras largas charlas creo que nos hace falta
lo mismo a los dos ¿Tú qué opinas?
-Pues… me dejas sin palabras, yo no sé lo que has visto en
mí, como puedes observar ya tengo mis años.
Sí ¿Y qué? para el amor y el sexo no hay edad tope María,
anda, dime que sí, ¡por favor!
-Tendríamos que ser muy discretos pues bien sabes que aquí
las noticias vuelan - Se asombraba de lo que acaba de decir, pues estaba
aceptando. ¿Ella aceptando un encuentro sexual? estaba soñando seguro.
-Por supuesto que habrá discreción, bien lo sabes. Me
gustaría cumplir tus fantasías que no deben ser pocas por todo lo que has
leído y, también tengo las mías. Siempre que tú quieras, claro.
-Sí, aunque he de decirte que son ya unos años sin tener
contacto y no sé cómo reaccionaré.
-Tranquila, ese día déjame hacer a mí, ¿Vale?.
En un papel le puso la hora y dirección donde debían
encontrarse. Él estaba nervioso aunque lo disimulaba mejor que ella que se
mordía hasta las uñas.
Ahí estaba ese día ya. Jordi llego antes y fue preparando
todo lo que llevaba en la bolsa encima de la mesa, pañuelos de seda, lubricante
y una máscara. A los pocos minutos sonó la puerta y allí estaba que le temblaba
todo y apenas podía cruzar la puerta para entrar en la habitación, aún se puso
más nerviosa cuando pudo ver todo lo que había en la mesa pues había leído sus
fantasías y ya sabía más o menos lo que le esperaba. Transcurrió la tarde donde
ambos disfrutaron y se entregaron en un sinfín de movimientos y sensaciones
que para María fueron muy especiales, sus fantasías se acababan de cumplir y, para Jordi también.
Una vez hubo entrado, le ordenó que se pusiese al lado de la
cama de pie, con movimientos torpes por los nervios allí se puso, empezaba a
vivir sus fantasías. Cuando ya estaba donde él quería se acercó y le puso una
mano en el hombro, con suavidad fue bajando hasta llegar a su pecho y lo apretó
por encima de la ropa, eso hizo que ella soltara un gemido de placer a lo que
su polla se endureció por segundos deseándola aún más si cabe. Le fue
desabrochando los botones de la blusa y cada trozo de piel que se quedaba al
aire lo besaba apasionadamente consiguiendo que ella arqueara su espalda, pues
sus besos los sentía como si estuviese marcando a fuego su piel, era una
sensación abrasadora y placentera. Una vez le quito la blusa fue a desabrochar
la falda, la cual tenía el cierre detrás. Le vino de lujo pues pego su cara a
la de ella y le empezó a morder el mentón y lamer la comisura de sus labios.
Dejó caer la falda y se quedó solo con las medias el liguero y las braguitas,
que duraron un suspiro puestas.
La fue tumbando en la cama sin parar de decirle cosas
pasionales al oído, lo que hizo que se relajara y entregara por completo, es lo
que necesitaba en ella y lo consiguió. Comenzó por ponerle la mascará en los
ojos y atarle las manos al cabecero, le dijo que permaneciera con las piernas abiertas y flexionadas o se las
ataría también, y así lo hizo, le encantaba sentirse entregada de esa manera a
él. Se quitó la ropa y siguió dándole
besos por la cara interna de las piernas hasta llegar a las ingles, separó un
poco más para tener acceso a su sexo que estaba empapado y dispuesto para el
siguiente paso, mientras lamía y succionaba su clítoris metió dos dedos y empezó
follarla con ellos, sacándole un orgasmo.
Le dio la vuelta sin darle tregua y mojo sus dedos en lubricante para preparar
su ano, fue introduciendo primero uno, luego dos, hasta llegar a tres, sin
dejar de estimularle y una vez la tuvo preparada sin previo aviso le introdujo
su verga de golpe en su sexo. Agarrando sus caderas llevó un ritmo fuerte y duro
hasta que le sacó su segundo orgasmo.
Le temblaban las piernas cuando él sacó su polla para poner su glande en la entrada del ano, fue introduciéndola poco a poco hasta tenerla completamente dentro, le dio dos palmadas fuertes en sus nalgas y comenzó a sodomizarla primero suave hasta aumentar sus envestidas, volvió a agarrar las caderas para acompasar los movimientos y le ordenó que se masturbara, lo que hizo que tuviera su tercer orgasmo y él su primera corrida dentro de ella. Saco su verga, comenzó a besarle la espalda hasta llegar a desatarle las manos y quitarle la mascará, le dio la vuelta y la tumbó y él a su lado, no dejaba de mirarla aún tenía los ojos cerrados, estaba bella.
Le temblaban las piernas cuando él sacó su polla para poner su glande en la entrada del ano, fue introduciéndola poco a poco hasta tenerla completamente dentro, le dio dos palmadas fuertes en sus nalgas y comenzó a sodomizarla primero suave hasta aumentar sus envestidas, volvió a agarrar las caderas para acompasar los movimientos y le ordenó que se masturbara, lo que hizo que tuviera su tercer orgasmo y él su primera corrida dentro de ella. Saco su verga, comenzó a besarle la espalda hasta llegar a desatarle las manos y quitarle la mascará, le dio la vuelta y la tumbó y él a su lado, no dejaba de mirarla aún tenía los ojos cerrados, estaba bella.
Después de ese encuentro estuvo muy pendiente de su estado
emocional y de su cuerpo ya que nunca la
habían poseído así. Ella se sentía feliz pues era deseada cosa que hacía años
que no sentía y había perdido esa sensación, eso le hizo sentirse más fuerte,
decidida y más mujer. Descubrió y descubriría nuevas sensaciones a partir de
hoy. Lo más importante, es que se dio cuenta que nunca es tarde.
© Geraldine Lumière